jueves, 29 de enero de 2015

Reconocer y clasificar los determinantes

El día treinta de agosto del año pasado, después de pasar quince días con unos amigos en un pueblo de montaña, me dispuse a regresar a la ciudad. A primera hora de la mañana llamé por teléfono a un taxi, recogí mis cosas y arreglé un poco la habitación. También recogí algunas flores y me despedí de varios vecinos.
El taxista llegó bastante puntual y emprendimos la marcha. Teníamos una hora y media para llegar a la estación y en la carretera no había nadie.
"Tal vez me he tomado demasiado tiempo", pensé. "Pero no importa. Todo va a las mil maravillas."
Y, en ese instante, ¡un pinchazo!


 
Iré a visitarte otro día.
Algunos animales se aletargan.
Saboreamos unos dulces.
Llegaré esta noche desde Brasil.
Estuvo enfermo bastantes meses.
Me levanto pronto cada mañana.
Todos entraron por la puerta.
Llevo varias cartas para Luis.
Tus padres son famosos.
Antonio tiene cara de pocos amigos.
Tú sabes que yo no haría eso.
En primer lugar debes ser sincero.
No doy ni cinco por ese equipo.





































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