viernes, 11 de enero de 2019

Dictado preparado

    

    Las razones en que mi tío fundaba la tenacidad de su empeño eran muy juiciosas, y me las iba enviando por el correo escritas con mano torpe, pluma de ave, tinta rancia, letras gordas y anticuada ortografía, en papel de barbas comprado en el estanquillo del lugar. Yo no las echaba en saco roto precisamente; pero el caso, para mí, era de meditarse mucho, y por eso, entre alegar él y meditar yo, se fue pasando una buena temporada.
    La primera carta en que trató del asunto fue la más extensa de las ocho o diez de la serie. Temía colarse en él de sopetón, y me preparaba el camino para sus fines, «tomando las cosas desde muy atrás, y como si nos tratáramos entonces, aunque de lejos, por primera vez».


José María de Pereda, Peñas arriba

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