jueves, 6 de octubre de 2016

Dictado no peparado

     Mientras hablábamos del tiempo, Paco cortó un par de lonchas de queso e hizo con ellas un bocadillo que envolvió en papel de alumninio. Después lo metió en una bolsa de plástico transparente, de las que se usan para congelar alimentos, junto a dos mandarinas, un plátano y un yogur. Me dijo que era el tentempié que Mercedes se tomaba a media mañana y con el que aguantaba hasta las cinco o las cinco y media, su hora de comer.
     Enseguida apareció ella, duchada y vestida. Me pareció que llevaba el pelo mojado, lo que era una especie de suicidio con aquellas temperaturas, pero no dije nada. A las siete menos veinte se escuchó el ruido de una cisterna proveniente de algún lugar del silencioso edificio, y fuimos a despertar a los niños.


Juan José Millás: María y Mercedes
(texto ligeramente adaptado) 

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