Cuando Amparo me dijo que no me quería, después de seis meses de tenaz noviazgo, me recluí en mi casa por espacio de unos meses. El amor de Ana, pocos años más tarde, vino a curar aquella herida que seguía sin cerrarse. Fue nuestro tiempo, ¡corto eso sí¡ repleto de felicidad e ilusiones. Entender la decisión de Ana de abandonarme me costó una úlcera de duodeno. Me volví triste, enclenque y no dejaba de pensar continuamente en esa tía.
Irene llegó a mi vida cualquier día en una discoteca a la que Pedro me llevó a punta casi de pistola. Que tres meses más tarde aquella chica se fuese precisamente con Jaime, el mejor amigo mío me hundió todavía más. Mucho daño me hizo, no salía y si lo hacia, huía de las tías como alma que lleva el diablo.
Antonia era una amiga de mi hermana que me sacó a flote una vez más. Cuando me enteré que estaba con otro tío, alucinaba y no me lo creía. Pensé decirle cuatro frescas pero me calle y le hice la vida imposible durante una temporada a la chita callando hasta que me cansé de decir no pocas tonterías sobre ella.
Fue entonces cuando vino Amparo para pedirme perdón, jurándome y
perjurándome que se había equivocado. La creí y volví con ella, a ver
que pasaba, pese a que no creía algunas excusas que me contaba… Pero me quedé pasmado cuando Ana y Antonia volvieron a llamarme. Decidí probar suerte con las tres chicas. Me convencí entonces que ningún amor era para siempre, que los empachos resultaban perjudiciales para la salud y volví con todos mis amigos de la pandilla, abandonando a las tres chicas de mi vida. ¡Cuántas noches de juerga¡ ¿Sabes cuánto tiempo tardé? Tres meses y volví a tropezar con la misma piedra.
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jueves, 29 de enero de 2015
Reconocer y clasificar determinantes (2)
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determinantes,
morfología
Reconocer y clasificar los determinantes
El día treinta de agosto del año pasado,
después de pasar quince días con unos amigos en un
pueblo de montaña, me dispuse a regresar a la ciudad. A
primera hora de la mañana llamé por teléfono a un
taxi, recogí mis cosas y arreglé un poco la
habitación. También recogí algunas flores y me
despedí de varios vecinos.
El taxista llegó bastante puntual y emprendimos la marcha. Teníamos una hora y media para llegar a la estación y en la carretera no había nadie.
"Tal vez me he tomado demasiado tiempo", pensé. "Pero no importa. Todo va a las mil maravillas."
Y, en ese instante, ¡un pinchazo!
El taxista llegó bastante puntual y emprendimos la marcha. Teníamos una hora y media para llegar a la estación y en la carretera no había nadie.
"Tal vez me he tomado demasiado tiempo", pensé. "Pero no importa. Todo va a las mil maravillas."
Y, en ese instante, ¡un pinchazo!
Iré a visitarte otro día. |
Algunos animales se aletargan. |
Saboreamos unos dulces. |
Llegaré esta noche desde Brasil. |
Estuvo enfermo bastantes meses. |
Me levanto pronto cada mañana. |
Todos entraron por la puerta. |
Llevo varias cartas para Luis. |
Tus padres son famosos. |
Antonio tiene cara de pocos amigos. |
Tú sabes que yo no haría eso. |
En primer lugar debes ser sincero. |
No doy ni cinco por ese equipo. |
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viernes, 23 de enero de 2015
Esquema de los determinantes
artículos | determinados | el, la, los, las, lo | ||
indeterminados | un, una, unos, unas | |||
adjetivos determinativos | demostrativos | este, ese, aquel... | ||
posesivos | mi, tu, su, nuestro, vuestro... | |||
numerales | cardinales | un, dos, tres... | ||
ordinales | primer, segundo, tercero... | |||
indefinidos | cuantitativos | algún, bastantes, muchos, ningún, más... | ||
cualitativos | cierto, cualquier, mismo, otro... | |||
interrogativos
y exclamativos |
qué, cuántos |
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martes, 20 de enero de 2015
Libro de Buen Amor: retrato de doña Endrina [653-4]
¡Ay Dios, y quán fermosa viene doña
Endrina por la plaça!
¡Qué talle, qué donayre, qué alto
cuello de garça!
¡Qué cabellos, qué boquilla, qué
color, que buenandança!
Con saetas de amor fiere quando los sus
ojos alça.
Pero tal lugar non era para fablar en
amores,
a mí luego me vinieron muchos miedos e
temblores,
los mis pies e las mis manos non eran
de sí señores,
perdí seso, perdí fuerza, mudáronse
mis colores.
Libro de Buen Amor: retrato del arcipreste [1485, 1486, 1488]
Señora, dis la vieja, yo l' veo
a menudo,
el cuerpo ha bien largo, miembros
grandes, trefudo,
la cabeça non chica, belloso,
pescoçudo,
el cuello non muy luengo, cab' él
prieto, orejudo.
las çejas apartadas prietas como
carbón,
el su andar enfiesto bien como de
pavón,
su paso sosegado, e de buena rasón,
la su narís es luenga, esto le
descompón'.
Los ojos ha pequeños, es un poquillo
baço,
los pechos delanteros, bien trefudo el
braço,
bien complidas las piernas, del pie
chico pedaço,
señora, d'él non vi más, por su amor
vos abraço.
lunes, 19 de enero de 2015
Gonzalo de Berceo: Introducción a los Milagros de Nuestra Señora
Yo
maestro Gonzalvo de Berceo nomnado
yendo en romería caecí en un prado
verde e bien sencido, de flores bien poblado,
logar cobdiciaduero pora omne cansado.
yendo en romería caecí en un prado
verde e bien sencido, de flores bien poblado,
logar cobdiciaduero pora omne cansado.
Daban
olor sovejo las flores bien olientes,
refrescaban en homne las caras e las mientes;
manaban cada canto fuentes claras corrientes
en verano bien frías, en ivierno calientes. […]
refrescaban en homne las caras e las mientes;
manaban cada canto fuentes claras corrientes
en verano bien frías, en ivierno calientes. […]
Gonzalo de Berceo: "El ladrón devoto" (Milagros de Nuestra Señora)
Era un ladrón
malo que más querié furtar
que ir a la eglesia nin a puentes alzar;
sabié de mal porcalzo su casa governar,
uso malo que priso, no lo podié dexar. […]
que ir a la eglesia nin a puentes alzar;
sabié de mal porcalzo su casa governar,
uso malo que priso, no lo podié dexar. […]
Entre las otras
malas, habié una bondat
que li valió en cabo e dioli salvedat;
credié en la Gloriosa de toda voluntat,
saludábala siempre contra la su Magestat. […]
que li valió en cabo e dioli salvedat;
credié en la Gloriosa de toda voluntat,
saludábala siempre contra la su Magestat. […]
Como qui en mal
anda en mal ha a caer,
hobiéronlo con furto est ladrón a prender;
non hobo nul consejo con qué se defender,
judgaron que lo fuesen en la forca poner.
hobiéronlo con furto est ladrón a prender;
non hobo nul consejo con qué se defender,
judgaron que lo fuesen en la forca poner.
Levólo la
justicia pora la crucejada,
do estava la forca por concejo alzada;
prisiéronli los ojos con toca bien atada,
alzáronlo de tierra con soga bien tirada. […]
do estava la forca por concejo alzada;
prisiéronli los ojos con toca bien atada,
alzáronlo de tierra con soga bien tirada. […]
La Madre
glorïosa, duecha de acorrer,
que suele a sus siervos ennas cuitas valer,
a esti condempnado quísoli pro tener,
membróli del servicio que li solié fer.
que suele a sus siervos ennas cuitas valer,
a esti condempnado quísoli pro tener,
membróli del servicio que li solié fer.
Metióli so los
piedes do estaba colgado
las sus manos preciosas, tóvolo alleviado:
non se sintió de cosa ninguna embargado,
non sovo plus vicioso nunca nin más pagado. […]
las sus manos preciosas, tóvolo alleviado:
non se sintió de cosa ninguna embargado,
non sovo plus vicioso nunca nin más pagado. […]
lunes, 12 de enero de 2015
Primera página del Cantar de mio Cid
Transcripción de los primeros versos del Cantar de mio Cid
El Cantar de mio Cid
El Cantar de mio Cid es
un cantar de gesta anónimo que relata hazañas heroicas inspiradas
libremente en los últimos años de la vida del caballero castellano
Rodrigo Díaz el Campeador. Se trata de la primera obra
narrativa extensa de la literatura española en una lengua romance, y
destaca por el alto valor literario de su estilo. Fue compuesto
—según la gran mayoría de la crítica actual— alrededor del año
1200.
Solamente se conserva en una copia realizada en el siglo
XIV (como se deduce de la letra del manuscrito) a partir de otra que
data de 1207 y fue llevada a cabo por un copista llamado Per
Abbat, que transcribe un texto compuesto probablemente pocos años
antes de esta fecha.
El poema consta de 3.735 versos de
extensión variable (anisosilábicos), aunque dominan versos de 14 a
16 sílabas métricas. Los versos del Cantar de mio Cid están
divididos en dos hemistiquios separados por cesura. No hay división en estrofas, y los
versos se agrupan en tiradas, es decir, series de versos con una
misma rima asonante.
La fecha de la copia efectuada por Per Abbat en 1207 se
deduce de la que refleja el explicit del manuscrito: «MCC
XLV» (de la era hispánica, esto es, para la datación actual, hay
que restarle 38 años).En virtud del análisis de numerosos aspectos del texto conservado se demuestra que pertenece a un autor culto, con conocimientos precisos del derecho vigente a fines del siglo XII y principios del XIII, y que podría estar relacionado (por su conocimiento de la toponimia) con la zona aledaña a Burgos, Medinaceli (actual Soria), la zona fronteriza de Castilla con Aragón, la Alcarria o el valle del Jiloca.
El Cantar de mio Cid trata el tema del complejo proceso de recuperación de la honra perdida por el héroe, cuya restauración supondrá una honra mayor a la de la situación de partida.
La estructura interna está determinada por unas curvas de obtención–pérdida–restauración–pérdida–restauración de la honra del héroe. En un primer momento, que el texto no refleja, el Cid es un buen caballero vasallo de su rey, honrado y con heredades en Vivar. El destierro con que se inicia el poema es la pérdida, y la primera restauración, el perdón real y las bodas de las hijas del Cid con grandes nobles. La segunda curva se iniciaría con la pérdida de la honra de sus hijas y terminaría con la reparación mediante el juicio y las bodas con reyes de España. Pero la curva segunda supera en amplitud y alcanza mayor altura que la primera.
Estructura externa
Los editores del texto, desde la edición de Menéndez Pidal de 1913, lo han dividido en tres cantares. Podría reflejar las tres sesiones en que el autor considera conveniente que el juglar recite la gesta.
Primer cantar. Cantar del destierro
El Cid ha sido desterrado de Castilla por el rey Alfonso Vl. Debe abandonar a su esposa e hijas, a quienes deja a la protección del abad del monasterio de San Pedro de Cardeña, e inicia una campaña militar acompañado de sus fieles en tierras no cristianas, enviando un presente al rey tras cada victoria para conseguir el favor real.Segundo cantar. Cantar de las bodas
El Cid se dirige a Valencia, en poder de los moros, y logra conquistar la ciudad. Envía a su amigo y mano derecha Álvar Fáñez a la corte de Castilla con nuevos regalos para el rey, pidiéndole que se le permita reunirse con su familia en Valencia. El rey accede a esta petición, e incluso le perdona y levanta el castigo que pesaba sobre el Campeador y sus hombres. La fortuna del Cid hace que los infantes de Carrión pidan en matrimonio a doña Elvira y doña Sol. El rey pide al Campeador que acceda al matrimonio y él lo hace aunque no confía en ellos. Las bodas se celebran solemnemente.Tercer cantar. Cantar de la afrenta de Corpes
Los infantes de Carrión muestran pronto su cobardía, primero ante un león que se escapa y del que huyen despavoridos, después en la lucha contra los árabes. Sintiéndose humillados, los infantes deciden vengarse. Para ello emprenden un viaje hacia Carrión con sus esposas y, al llegar al robledo de Corpes, las azotan y las abandonan dejándolas desfallecidas. El Cid ha sido deshonrado y pide justicia al rey. El juicio culmina con el duelo en el que los representantes de la causa del Cid vencen a los infantes. Estos quedan deshonrados y se anulan sus bodas. El poema termina con el proyecto de boda entre las hijas del Cid y los infantes de Navarra y Aragón.Estilo
Los rasgos más característicos del estilo del poema épico del Cid son su sobriedad retórica, su realismo y un uso consciente de una lengua arcaizante propia de los cantares de gesta. En el ámbito léxico, destaca el uso de expresiones de la variedad lingüística clerical y jurídica. La tradición épica posee un recurso expresivo característico consistente en utilizar determinadas expresiones convertidas en frases hechas que eran utilizadas por los juglares como recurso que ayuda a la recitación o la improvisación; también ayudaba a la memorización el uso de epítetos épicos, locuciones o perífrasis fijas usadas para adjetivar positivamente a un personaje protagonista (por ejemplo, "el que en buen hora cinxo espada").
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