A
mí me crio abuela. Siempre pasé más tiempo en la calle Manno que
en mi casa y, cuando papá y mamá regresaban, nunca me quería ir.
De pequeña montaba unas escenas increíbles, gritaba y me metía de
las camas o me encerraba con llave en algún cuarto, y antes de salir
los obligaba a jurarme que me dejaría un poco más. Un día llegué
incluso a esconderme dentro de un jarrón enorme de flores que estaba
vacío y a atarme unas ramas al pelo.
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